jueves, 11 de abril de 2013

Especial de Pentecostés


Inicio de la Iglesia Católica, fiesta que se celebra 50 días después de la Pascua, 27 de mayo de 2012
 
Especial de Pentecostés
Especial de Pentecostés
Origen de la fiesta

Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.

En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.

La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de Pentecostés.

En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de Pentecostés.

La Promesa del Espíritu Santo

Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan 14, 16-17).

Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (San Juan 14, 25-26).

Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, os guiará hasta la verdad completa,... y os comunicará las cosas que están por venir” (San Juan 16, 7-14).

En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés.

Explicación de la fiesta:

Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos.

Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.

En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban.

Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.

¿Quién es el Espírtu Santo?

El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.

Señales del Espíritu Santo:

El viento, el fuego, la paloma.

Estos símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento que limpia. Por ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas hierbas y poder sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para purificar a los instrumentos se les prende fuego.

El Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y nos purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor.

Nombres del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento: el Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Santificador.

Misión del Espíritu Santo:

  • El Espíritu Santo es santificador: Para que el Espíritu Santo logre cumplir con su función, necesitamos entregarnos totalmente a Él y dejarnos conducir dócilmente por sus inspiraciones para que pueda perfeccionarnos y crecer todos los días en la santidad.
  • El Espíritu Santo mora en nosotros: En San Juan 14, 16, encontramos la siguiente frase: “Yo rogaré al Padre y les dará otro abogado que estará con ustedes para siempre”. También, en I Corintios 3. 16 dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en ustedes?”. Es por esta razón que debemos respetar nuestro cuerpo y nuestra alma. Está en nosotros para obrar porque es “dador de vida” y es el amor. Esta aceptación está condicionada a nuestra aceptación y libre colaboración. Si nos entregamos a su acción amorosa y santificadora, hará maravillas en nosotros.
  • El Espíritu Santo ora en nosotros: Necesitamos de un gran silencio interior y de una profunda pobreza espiritual para pedir que ore en nosotros el Espíritu Santo. Dejar que Dios ore en nosotros siendo dóciles al Espíritu. Dios interviene para bien de los que le aman.
  • El Espíritu Santo nos lleva a la verdad plena, nos fortalece para que podamos ser testigos del Señor, nos muestra la maravillosa riqueza del mensaje cristiano, nos llena de amor, de paz, de gozo, de fe y de creciente esperanza.

    El Espíritu Santo y la Iglesia:

    Desde la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es quien la construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece con sus dones.
    El Espíritu Santo sigue trabajando en la Iglesia de muchas maneras distintas, inspirando, motivando e impulsando a los cristianos, en forma individual o como Iglesia entera, al proclamar la Buena Nueva de Jesús.
    Por ejemplo, puede inspirar al Papa a dar un mensaje importante a la humanidad; inspirar al obispo de una diócesis para promover un apostolado; etc.

    El Espíritu Santo asiste especialmente al representante de Cristo en la Tierra, el Papa, para que guíe rectamente a la Iglesia y cumpla su labor de pastor del rebaño de Jesucristo.
    El Espíritu Santo construye, santifica y da vida y unidad a la Iglesia.
    El Espíritu Santo tiene el poder de animarnos y santificarnos y lograr en nosotros actos que, por nosotros, no realizaríamos. Esto lo hace a través de sus siete dones.

    Los siete dones del Espíritu Santo: 

    Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.
  • SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.
  • ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.
  • CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.
  • CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.
  • FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.
  • PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.
  • TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él.

    Oración al Espíritu Santo 

    Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se renovará la faz de la tierra.
    OH Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, obremos rectamente y gocemos de tu consuelo.
    Por Jesucristo, nuestro Señor
    Amén.
  • miércoles, 3 de abril de 2013

    ¿Que es la Pascua?

    La Pascua no es simplemente una fiesta entre otras: es la Fiesta de las Fiestas, Solemnidad de las solemnidades, como la Eucaristía es el Sacramento de los sacramentos (“el gran Sacramento”). S. Atanasio la llama “el gran domingo”, así como la Semana Santa es llamada en Oriente “la gran semana”. El Misterio de la Resurrección, en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra en nuestro viejo tiempo con su poderosa energía, hasta que todo le esté sometido”. (Catecismo de la Iglesia Católica  # 1169) 


    Pascua viene del latín páscae, o paso.
    ·       “comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés"), vividos y celebrados como un solo día: "los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo.[1]  
    ·       Durante estos días se canta especialmente el Aleluya y se dice el Regina Cœli (en lugar del Angelus).
    ·       Su color litúrgico es el blanco.

    ¿Por qué es importante el tiempo de Pascua?
    Después de la Cuaresma y el Triduo Pascual, estamos listos para celebrar la victoria de nuestro Señor Jesús sobre la muerte, listos para celebrar su Resurrección durante cincuenta días. Asistir a la Misa del domingo de Resurrección, listos para comulgar, debe ser nuestra prioridad.
    El Papa León I llamó a la Pascua, la fiesta mayor o festum festorum.  Nuestra familia, como Iglesia Doméstica, debe reflejar el espíritu de la Pascua, ¡el espíritu de la alegría y la victoria de Jesús nuestro Señor!

    ¿Cómo vivir la Pascua?
    Hay muchas formas prácticas de festejar el “Domingo de Pascua”la más importante de ellas es buscar confesarnos días antes para estar en gracia y recibir así, de la mejor manera a Jesús en su sacramento de amor. También es importante leer el Evangelio del domingo en familia para preparar mejor nuestro corazón para la Santa Misa.
    Otras formas, más prácticas, pueden ser:
    - decorar nuestra casa con flores, letreros de Pascua, etc.
    - decirnos mutuamente “Felices Pascuas”,
    - hacer una comida especial,
    - escuchar música católica que sea alegre,
    - cantar canciones de gozo o que incluyan la palabra “Aleluya”,
    - reunirte con otras familias,
    - vestir la mejor ropa,
    - ver una película de la vida de Jesús que termine con su resurrección,
    - hacer alguna manualidad de pascua con tus hijos,
    - hacer huevos de Pascua, etc.

    Asegúrate de tener una celebración muy, muy especial con tu familia... si celebramos el Nacimiento de Jesucristo en Navidad, que significa el principio de su visita a nuestras vidas, ¡con mayor razón debemos celebrar su gloriosa Resurrección que nos abre las puertas del cielo!


    [1] NUALC, 22


    Cada año, nosotros hemos agregado nuevas tradiciones a nuestra gran fiesta familiar. Hemos adoptamos tradiciones como la de hacer una bandera cada Pascua, hacer "Galletas de Pascua" el sábado de Gloria, buscar dulces...y contar la "Historia del Domingo de Resurreción" al estilo Montessori, que es mi favorita.


    La Pascua un reto similar a la Navidad; muchos católicos lo celebran sólo por un día. Nuestros hermanos protestantes celebran solamente el domingo de resurrección; ¡los católicos tenemos todo el derecho y razón de celebrar la Pascua durante 50 días! Durante todo este tiempo, los sacerdotes se visten de blanco (a excepción de cuando celebramos a algún santo mártir) para recordarnos el tiempo litúrgico que estamos viviendo. ¿Cómo podemos nosotros vivirlo también en nuestra familia?  Sabemos que no es sencillo, pero sí creemos que es posible.  Lo que tenemos que hacer es tener un plan de Pascua y decorar nuestra casacomo recordatorio del tiempo que estamos viviendo, así como lo hacemos para Adviento y Cuaresma.  Más adelante verás las fotos de cómo nos quedó nuestra casa para Pascua.

    jueves, 28 de febrero de 2013

    Que es la Cuaresma


    La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
    La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
    El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
    En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
    Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

    Como Vivir la Cuaresma


    Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
    Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).
    Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.
    La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el saber renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.
    De entre las distintas prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, Ia vivencia de Ia caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: "Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de Ia caridad; si deseamos Ilegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialisimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados".
    Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquél a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. Así, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de Ia coherencia con la propia vocación cristiana" (Juan Pablo II).
    Cómo vivir la Cuaresma
    1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.
    Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.
    2. Luchando por cambiar.
    Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.
    3. Haciendo sacrificios.
    La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.
    4. Haciendo oración.
    Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.

    sábado, 24 de noviembre de 2012

    CARACTERISTICAS DEL ANIMADOR

    Por raíces lingüísticas, la palabra animación se enlaza con el significado de alma (ánima), o sea, de un principio interior de vida.
    Animar. Es dar vida tanto a los vivientes como a las cosas inanimadas; comunicar alegría y movimiento, infundir valor, dar fuerza y vigor.
    El animador es un joven que ha seguido un proceso de formación integral y debe continuarla en forma más específica para poder dar un mejor servicio.
    Por su inexperiencia todavía no tiene la madurez para ser un asesor, pero puede animar a uno o más grupos, de acuerdo con él.
    Desde el aspecto educativo, la animación tiene como finalidad ayudar a madurar a las personas y a los grupos. Genera un proceso de crecimiento que transforma. Implica la responsabilidad de la persona, lo hace sujeto activo, crítico y muy creativo para buscar aquello que más contribuye a su desarrollo.
    El animador ayuda en la formación y organiza la vida del grupo, de tal manera que favorece el desarrollo y crecimiento de los gérmenes de vida que existen dentro de el y lo preparan para el protagonismo. Favorece la comunión y participación de todos.
    Animar entonces, es movilizar y canalizar todas las tareas del grupo hacia la utopía. El animador vive este servicio como una vocación que implica a toda persona y DA
    SENTIDO A SU VIDA.
    CARACTERISTICAS DEL ANIMADOR
    • Da testimonio con su vida más que con sus palabras.
    • Está convencido de los valores que propone, por lo cual su presencia interroga y suscita el cambio en aquellos que viven con él.
    • Está en medio de los jóvenes, conoce su realidad, los ayuda, anima y orienta, les sirve de apoyo para su caminar.
    • Tiene la capacidad de dar y recibir; de escuchar, respetar y comprender a las personas cercanas a él.
    • Mantiene el diálogo y la comunicación con los jóvenes, con coordinadores y asesores.
    • Va creciendo en la conciencia del valor de la misión y trascendencia en la Iglesia y en la sociedad.
    • Su opción y pasión por el Reino de Dios lo animan a servir a las personas y los estimula a trabajar mejor en la misión confiada.
    • Es una persona en proceso de maduración de su Fe, promueve la vivencia de una espiritualidad del seguimiento de Jesús, encarnada en la realidad.
    • Se empeña en conocer la realidad socio-económica, política, cultural y religiosa en que vive; se deja cuestionar por ella y se compromete a su transformación. Tiene claridad de las metas y objetivos del grupo y se mantiene actualizado.
    • Reconoce sus limitaciones y errores, valora sus potencialidades, confía en sí mismo y en los demás; está en proceso de conversión.
    • Ayuda a construir la comunidad, creando relaciones de amistad, servicio, fraternidad, confianza y diálogo entre los miembros del grupo.
    • Desarrolla su capacidad de análisis, colabora para que cada persona y el grupo se promuevan integralmente. Actúa con sencillez y está siempre dispuesto a comprender; acoge y acepta las ideas de sus compañeros.
    • Busca organizar su tiempo, delega y da prioridad a las necesidades más urgentes, está abierto siempre a los cambios. Consciente de las limitaciones personales y de los demás, enfrenta las dificultades con paz sin esperar que todo salga perfecto.
    • Se mantiene en proceso de auto-formación.
    • Se muestra optimista en todas las circunstancias.
    ALGUNAS FUNCIONES QUE AYUDAN A CLARIFICAR EL QUEHACER DEL ANIMADOR
    1. Incrementar el diálogo con las personas y los grupos.
    2. Planear la acción-reflexión junto con el asesor y los coordinadores. Colaborar en la orientación, el acompañamiento y la promoción del grupo, trabajando en equipo.
    3. Buscar con creatividad los recursos necesarios que impulsan el proceso personal y grupal para mantener el dinamismo renovador.
    4. Enseñar a manejar la metodología que promueve un proceso transformador.
    5. Ayudar en las crisis grupales, posibilitar la confrontación evangélica y estimular su crecimiento.
    6. Favorecer la relación con distintos grupos con la comunidad, con los asesores y con otras instancias.
    7. Facilitar la evaluación personal y grupal.
    8. Fomentar la unidad entre Fe y Vida.
    9. Vivir con el grupo la solidaridad y el compartir. Buscar la comunión y la participación eclesial.
    10. Propiciar la reflexión sobre la acción.
    11. Velar porque la proyección a la comunidad esté integrada en un proyecto alternativo de Reino, para que no degenere en asistencialismo, hasta lograr la formación de los integrantes como sujetos históricos.
    12. Dinamizar una o más comisiones dentro del grupo (formación, proyección a la comunidad).
    13. Clarificar con el asesor y los coordinadores, las funciones de las comisiones y los liderazgos que se requieren en el grupo.
    14. Animar la vida del grupo para que cumpla con sus objetivos, en comunión con el asesor.
    15. Promover la vivencia de los valores del Reino de Dios, la formación de actitudes y el desarrollo de capacidades de los jóvenes en cada una de las actividades que realizan.
    16. Conocer los perfiles del grupo, del coordinador, del animador y del asesor.
    COORDINADOR Y/O DIRIGENTE:


    El dirigente o coordinador, es aquel individuo que, "gracias a su personalidad dirige un grupo juvenil, con la participación espontánea de sus miembros". Todo grupo juvenil necesita tener un coordinador. Sin ser el único responsable de la toma de decisiones y trabajo grupal, sí, por el hecho de ser el representante, recae sobre él una gran parte de la responsabilidad de organización. Un buen coordinador es el elemento clave de un grupo. Sabe ser un líder. El verdadero líder ese aquel, que, en su comunidad, trabaja para que todos se transformen en líderes. Así mismo vive un proceso de formación integral.
    Es elegido por el grupo para prestar el servicio de la coordinación; desarrolla sus tareas en relación constante con el asesor y con el animador.

    F U N C I O N E S:


    1. Conocer, valorar y amar a sus compañeros de grupo y apoyarlos en su crecimiento personal.
    2. Buscar con el grupo los objetivos comunes.
    3. Suscitar la participación del grupo; determinar los liderazgos que pueden realizar y entrenar en la ejecución de algunos, cuando el joven lo necesite, en comunicación con el animador y el asesor.
    4. Colaborar con ellos en la programación de los ciclos.
    5. Preparar, moderar y evaluar las reuniones en comunión con la asesoría y animación.
    6. Participar en las actividades programadas.
    7. Con el asesor y el animador, promover las actividades de proyección a la comunidad.
    8. Celebrar con el grupo los acontecimientos especiales.
    9. Evaluar las actividades con el grupo.
    10. Ser el vínculo de unidad entre el asesor y el grupo que sigue un proceso de formación integral.
    11. Representar al grupo en otras instancias eclesiales.
    A S E S O R:

    La palabra "asesor" proviene de "sedere ad", que quiere decir "sentarse junto a" y sugiere la idea de motivar, acompañar, orientar e integrar el aporte y la participación de los jóvenes en la Iglesia y la sociedad y propiciar la acogida de esa acción juvenil en la comunidad.
    La ministerialidad de la asesoría se fundamenta en Jesucristo servidor (Mt. 20,28), que realiza el proyecto de amor liberador de Dios; en la ministerialidad de la Iglesia que sirve a la humanidad actualizando la liberación integral realizada en Jesucristo; en el carácter bautismal, por el que todo cristiano participa de la misión ministerial de la Iglesia pro obra del Espíritu y en la opción preferencial por los jóvenes.
    La asesoría no es un trabajo o una ocupación solamente, es una manera de ser y de vivir con los jóvenes.
    El asesor de juventud es alguien a quien Dios ha llamado a serlo, discierne con claridad su propia entrega a este servicio, tiene la formación adecuada, el envío del Pastor diocesano y libremente quiere serlo.
    El asesor de Juventud acompaña al joven, le brinda su experiencia y se juega la vida con él.
    El asesor respeta el ser y el que hacer del Dirigente o Coordinador y del Animador y lo acompaña y ayuda en su formación para que de verdad sea el Dirigente o el Animador, según sea el caso, que el grupo necesita en su proceso de vida y en su compromiso. El Asesor de Juventud tiene su propia identidad. Definitivamente no es un Dirigente, ni un Animador.
    Los Asesores de Juventud son Sacerdotes, Religiosos, Religiosas, Laicas y Laicos, cada uno desde su ser propio y la riqueza de su servicio.
    IDENTIDAD DEL ASESOR:


    • IDENTIDAD TEOLOGICO-PASTORAL. Se tiene en cuenta la ministerialidad de la asesoría o sea, el servicio (Iglesia, bautismo, opción preferencial por los jóvenes); se precisa el llamado y la misión (el envío) que es iniciativa del Padre en Jesucristo por el Espíritu Santo; el ámbito (todos los jóvenes) y el tipo de servicio a desarrollar, a saber, acompañar en sus procesos de educación en la fe. El llamado y la misión son mediados y discernidos por la Iglesia: los pastores, la comunidad local y los mismos jóvenes.
    • IDENTIDAD ESPIRITUAL: El asesor es una persona de fe manifestada en la vivencia de una espiritualidad. Es su relación personal con el Padre, con Jesucristo y con el Espíritu Santo, desde la vivencia del Evangelio y desde las exigencias de la realidad. El asesor de Pastoral Juvenil concreta su espiritualidad en la opción por los jóvenes (encuentro con el joven empobrecido-tiene proyecto de vida cristiana clarificado).
    • IDENTIDAD PSICOLÓGICA: El asesor es una persona que ha vivido ya un proceso de maduración tal que lo hace capaz de mirar el camino de los jóvenes con otra perspectiva. La madurez humana no es un proceso cerrado y definitivo, sino un proyecto que se construye diariamente. El asesor deberá ser consciente de que su proceso de maduración psicológica y de formación es constante y permanente.
    • IDENTIDAD PEDAGÓGICA: El asesor es un educador que actúa de acuerdo a la pedagogía misma de Dios y tiene como modelo a Jesucristo. NO IMPONE, PROPONE. Educa acompañando a los jóvenes en la búsqueda y definición de su estilo de vida aportando principalmente el testimonio de su propia vida. ES UN EDUCADOR DESDE LA VIDA Y PARA LA VIDA.
    • IDENTIDAD SOCIAL: El asesor es una persona encarnada en la realidad social y con un profundo sentido de pertenencia a ella. Conoce y asume las esperanzas y el dolor de su gente y de su pueblo. Es una persona profundamente convencida de la fuerza de los jóvenes para la transformación de la sociedad y para la construcción del reino.
    La identidad del Asesor de Pastoral Juvenil, con toda la riqueza de dimensiones que integra determina también el rol del asesor, es decir: el conjunto de actitudes, quehaceres, tomas de posición y estilos de vida y de acción que pone en práctica para el cumplimiento de su misión, íntima y coherente relación con su propio ser y con su propia realidad.



    EL ASESOR DE JUVENTUD BUSCARÁ LOS ELEMENTOS QUE LE AYUDEN A FORMARSE PARA SER TAL Y SERVIR AL JOVEN DESDE SU TAREA PROPIA COMO ASESOR. PROCURARÁ DECIDIDAMENTE VIVIR UN PROCESO PERMANENTE DE FORMACIÓN QUE LO CAPACITE A SER Y ACTUAR. HABLE CON SU OBISPO, CON SU SUPERIOR RELIGIOSO, O CON SU PASTOR Y RESPONSABLE MÁS CERCANO, Y PROGRAMEN JUNTOS SU FORMACIÓN. EN EL PEOR DE LOS CASOS, SEA UN ACUTODIDACTA, EN LO POSIBLE ACOMPAÑADO SIEMPRE POR OTRO U OTROS ASESORES DE JUVENTUD. NADIE SE CRUCE DE BRAZOS NI PERMANEZCA TRABAJANDO " A LO LÍRICO", SIN ALGUN PROCESO QUE LE PERMITA FORMARSE ADECUADAMENTE.















    viernes, 16 de noviembre de 2012

    La vocación

    Los llamados de Dios
              2. Dentro del plan de Dios, que conduce todas las cosas y especialmente al hombre de modo libre hacia el fin, hay distintos llamados o vocaciones. “La palabra vocación cualifica muy bien las relaciones de Dios con cada ser humano en la libertad del amor, porque «cada vida es vocación»”.


    Tres son los llamados principales, a saber 
        - El llamado a ser, a la existencia. Nos es común con todo lo que existe: pájaros, plantas, astros, flores, peces, estrellas, etc. Este llamado es el paso del no-ser al ser.
        - El llamado a la santidad, a la vida eterna. Nos es común con todos los hombres, porque Dios...quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Esta llamada es el paso del pecado a la gracia.
        - El llamado a un estado de vida, por el cual a unos llama al matrimonio y a unos otros a la vida consagrada. Esta llamada es el paso a una vida de perfección.
        2. a. Dice, al respecto, Juan pablo II: “En este armonioso conjunto de dones, se confía a cada uno de los estados de vida fundamentales la misión de manifestar, en su propia categoría, una u otra de las dimensiones del único misterio de Cristo”2.
    Los llamados a la vida consagrada
        3. Cinco son hasta ahora, las distintas vocaciones a la vida consagrada, a saber:
                - Vocación al sacerdocio,
                - Vocación al diaconado permanente,
                - Vocación religiosa,
                - Vocación misionera y
                - Vocación a la secularidad consagrada.

    CAPÍTULO 2: El llamado en sí
    Naturaleza de la vocación consagrada
        4. Los elementos esenciales de la vocación a la vida consagrada son dos:
                 1º El llamado de Dios y
                 2º El llamado de la Iglesia.
    Dios llama
      
        5. Que Dios llama a los hombres a determinada vocación se conoce por innumerables testimonios de la Sagrada Escritura, como ser, la vocación del Pueblo de Dios, la de Abraham, Moisés, Josué, Samuel, David, Jeremías, Isaías, Oseas, etc., y en el Nuevo Testamento con las vocaciones de Jesús, de los primeros discípulos, Leví-Mateo, los doce Apóstoles, el joven rico, San Pablo, de la Virgen María, etc. Él ha dicho: No sois vosotros los que me habéis elegido, sino yo el que os he elegido a vosotros (Jn 15, 16).
          5. a. “Este es el sentido de la vocación a la vida consagrada: una iniciativa enteramente del Padre (cf. Jn 15, 16), que exige de aquellos que ha elegido la respuesta de una entrega total y exclusiva... debe responder con la entrega incondicional de su vida, consagrando todo, presente y futuro, en sus manos... totalidad... equiparable a un holocausto”4.
        6. “Los que sienten en su corazón el deseo de abrazar este estado de perfección y de santidad, pueden creer, sin duda alguna, que tal deseo viene del cielo, porque es demasiado generoso y está muy por encima de los sentimientos de la naturaleza”, decía San Juan Bosco5.
          “Él llama continuamente a nuevos discípulos, hombres y mujeres, para comunicarles, mediante la efusión del Espíritu (cf. Ro 5, 5), el ágape divino, su modo de amar, apremiándolos a servir a los demás en la entrega humilde de sí mismos, lejos de cualquier cálculo interesado”6.
    Artículo 3: La Iglesia llama
        7. “La vocación divina debe recibir confirmación, aceptación y dirección oficial por parte de la suprema jerarquía, a la que el mismo Dios confía el gobierno de la Iglesia”7. De modo tal que nadie puede sentirse llamado definitivamente a pesar de las dotes que lo puedan adornar y de la recta intención, si no lo llama la Iglesia.

    La idoneidad
        8. Hay un tercer elemento que es efecto del llamado de Dios, y, a su vez, es condición para que la Iglesia llame: es la idoneidad. La idoneidad que el candidato
    debe tener debe ser triple: Física (y psíquica), intelectual y moral (que implica tener recta intención)8. Si no hay idoneidad es señal de que Dios no llama y, por tanto, la Iglesia no debe llamar.
    Selección del candidato
        9. La autoridad eclesiástica no sólo tiene el derecho sino el deber de utilizar todos los medios necesarios para conocer la idoneidad del candidato y así poder hacer una rígida selección. Por ello se preceptúa en el Código de Derecho Canónico que la autoridad correspondiente “ha de certificar que el candidato posee las cualidades necesarias para recibir el orden, es decir, doctrina recta, piedad sincera, buenas costumbres y aptitud para ejercer el ministerio; e igualmente, después de la investigación oportuna, hará constar su estado de salud física y psíquica”9; se debe probar “de manera positiva la idoneidad del candidato”10.
        De ahí que sea necesaria mucha prudencia de parte de los superiores en los casos que ofrecen dudas, y de acuerdo a lo que enseñaba Pío XI, “deben atenerse a la solución más segura, que en semejantes casos es la mejor para los jóvenes, porque los aleja de un camino que podría conducirlos a la condenación eterna”11.
        10. Entre nosotros es costumbre hacer selección en el período anterior al ingreso al Noviciado, siendo el Superior Provincial el responsable de la admisión o no del candidato, y además, el Maestro de novicios durante el tiempo de Noviciado debe seguir haciendo selección. Antes de la admisión a las sagradas órdenes debe hacerse rigurosa selección y si los Superiores tienen tan sólo alguna duda positiva o, incluso, desconocimiento del candidato, hay que decirle que no se lo ve con vocación para nuestro Instituto. Luego, debe hacerse selección con ocasión de los informes para las órdenes, en especial, para el diaconado y el presbiterado.
    El Concilio Vaticano II enseña
        11. En los Decretos del Concilio Vaticano II sobre los Presbíteros y sobre la Formación sacerdotal se recuerda esta enseñanza: “El Pastor y Obispo de nuestras almas de tal manera constituyó a su Iglesia, que el pueblo que adquirió con su sangre hubiera de tener siempre y hasta el fin del mundo sus sacerdotes. Reconociendo esta voluntad de Cristo, los Apóstoles por sugestión del Espíritu Santo, creyeron deber suyo escoger ministros que fueran idóneos para enseñar también a otros (2 Tim 2,2) ... Así pues, primeramente pongan los presbíteros empeño sumo en poner ante los ojos de los fieles por el ministerio de la palabra y por el propio testimonio de su vida, la excelencia y necesidad del sacerdocio y a aquellos jóvenes o adultos, a quienes juzgaren idóneos para tan gran ministerio, ayúdenlos sin miramiento a cuidados ni sacrificios de ningún género, a que se preparen debidamente”12. “El deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la vida cristiana... la divina providencia encomienda a los legítimos ministros de la Iglesia el que, una vez comprobada la idoneidad, llamen a los candidatos que piden tan alto ministerio, con intención recta y plena libertad, y, una vez bien conocidos, los consagren con el sello del Espíritu Santo, para el culto de Dios y servicio de la Iglesia”13.

    Las Vocaciones futuro de la Iglesi (video)

    El Hábito Religioso -Testimonio y Misterio-

    ¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza

    El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.
    ¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza.

    El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.

    El Hábito – Testimonio
    El Padre Ricardo Clarey presidió la Santa Misa y predicó sobre el testimonio que debe dar una religiosa: “A todo bautizado está reservada la obligación de dar testimonio de Jesucristo en el mundo actual… Pero de una manera especial es esta una misión que incumbe a las religiosas, a las mujeres consagradas. Nuestro mundo tiene una necesidad grave de este testimonio”.
    Y justamente porque este testimonio es grave y urgente, una toma de hábito es para todos nosotros un motivo de tanta alegría. Son dieciocho jóvenes más que irán por el mundo “demostrando” que Dios existe, que hay un Cielo, que esta vida no lo es todo.
    ¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza.

    El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.
    ¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza.

    El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.

    El Hábito – Testimonio
    El Padre Ricardo Clarey presidió la Santa Misa y predicó sobre el testimonio que debe dar una religiosa: “A todo bautizado está reservada la obligación de dar testimonio de Jesucristo en el mundo actual… Pero de una manera especial es esta una misión que incumbe a las religiosas, a las mujeres consagradas. Nuestro mundo tiene una necesidad grave de este testimonio”.
    Y justamente porque este testimonio es grave y urgente, una toma de hábito es para todos nosotros un motivo de tanta alegría. Son dieciocho jóvenes más que irán por el mundo “demostrando” que Dios existe, que hay un Cielo, que esta vida no lo es todo.

     

     
    La vida de los santos es también prueba de la verdad del Creador, de la vida y de la esperanza de la Vida Eterna. Prueba que –ateniéndonos al Evangelio– Jesús mismo la quiso tal «Brille así vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos» (Mt. 5, 16). Y por tanto, del «ver» el testimonio de quien se toma en serio aquellas palabras y las transforma en hechos se puede uno remontar al «dar gloria» a Dios, al reconocer su existencia.
    Estando en Mendoza capital, paré un taxi para que me llevara a la terminal de ómnibus. Ni bien me subí al auto y antes que pudiera decir siquiera buenos días, el chofer, un muchacho joven, me dijo: - ya sé hermana. Me va a retar porque hace mucho que no me confieso. Y comenzó a contarme de su familia, de su hijita que no había bautizado, de cómo él se había alejado de la Iglesia y sin embargo se daba cuenta que tenía que volver, etc., etc. Me pidió oraciones y prometió confesarse.
    Sólo por ver un hábito. Nadie le había hablado, le había predicado, el hábito, lo había amonestado, le había recordado a Dios.

    El Hábito – Misterio
    Los religiosos somos indudablemente testimonio pero también somos misterio. La vida consagrada es un misterio. Y si lo es para los creyentes, cuanto más para los que no lo son. A los ojos del mundo seguir esta vocación es una locura, un desperdicio, un fracaso. Que estas jóvenes vocaciones vistan el hábito - ¡en el año 2011!- es hacer patente esta locura, proclamarla por las calles. Son jóvenes y están felices renunciando a todo: se despojaron de sus bienes, cambiaron su nombre, se cortaron el cabello, dejaron sus vestidos y se vistieron así para siempre. ¿Por qué? ¿Para qué?
    Estando de peregrinación por Europa, pasaron unas jóvenes y mirándome con desprecio, sin imaginar que yo entendía, dijeron con marcado acento español: “…mira esa ridícula”. Yo me reí. Digamos que tenían razón, ¿qué hacemos en pleno siglo XXI vistiendo así? Ciertamente es locura, pero la locura divina es más sabia que la sabiduría de los hombres.”
    Y a pesar de ser misterio y de ser objeto de burlas, el religioso sigue siendo signo innegable de las realidades eternas. Somos una prueba imposible de refutar. Porque el argumento es toda nuestra vida y persona entregadas. “A una teoría se puede responder con otra teoría. Pero, ¿quién podrá impugnar toda una vida?”
    ¿Cómo no alegrarnos enormemente entonces de que hayan más consagradas que sean testimonios vivos, que lleven el Misterio que trae la felicidad a los hombres?
    ¿Cómo no asombrarnos ante el “milagro” de las vocaciones? También en este siglo Dios sigue llamando. A pesar de nuestras miserias, a pesar de nuestros pecados, a pesar del mundo que ofrece sus placeres, a pesar del egoísmo reinante, a pesar del hedonismo. Sólo Alguien Omnipotente puede hacerlo. Sólo Alguien sumamente Amable puede conquistar los corazones tironeados por todos esos amores. Sólo Dios puede convencer de embarcarse en semejante empresa.
    Le agradezco a Dios que me otorga la gran gracia de ser testigo cada año de este inmenso milagro: el mundo es cada vez más materialista y seductor y sin embargo el Amor de Dios sigue suscitando vocaciones; jóvenes que con toda la vida por delante, dejan casa, hermanos, padre y madre, amigos tierras, riquezas, honores… para dedicar sus vidas por completo a la predicación del Evangelio.
    Será porque sólo Él tiene palabras de Vida Eterna.