sábado, 24 de noviembre de 2012

CARACTERISTICAS DEL ANIMADOR

Por raíces lingüísticas, la palabra animación se enlaza con el significado de alma (ánima), o sea, de un principio interior de vida.
Animar. Es dar vida tanto a los vivientes como a las cosas inanimadas; comunicar alegría y movimiento, infundir valor, dar fuerza y vigor.
El animador es un joven que ha seguido un proceso de formación integral y debe continuarla en forma más específica para poder dar un mejor servicio.
Por su inexperiencia todavía no tiene la madurez para ser un asesor, pero puede animar a uno o más grupos, de acuerdo con él.
Desde el aspecto educativo, la animación tiene como finalidad ayudar a madurar a las personas y a los grupos. Genera un proceso de crecimiento que transforma. Implica la responsabilidad de la persona, lo hace sujeto activo, crítico y muy creativo para buscar aquello que más contribuye a su desarrollo.
El animador ayuda en la formación y organiza la vida del grupo, de tal manera que favorece el desarrollo y crecimiento de los gérmenes de vida que existen dentro de el y lo preparan para el protagonismo. Favorece la comunión y participación de todos.
Animar entonces, es movilizar y canalizar todas las tareas del grupo hacia la utopía. El animador vive este servicio como una vocación que implica a toda persona y DA
SENTIDO A SU VIDA.
CARACTERISTICAS DEL ANIMADOR
  • Da testimonio con su vida más que con sus palabras.
  • Está convencido de los valores que propone, por lo cual su presencia interroga y suscita el cambio en aquellos que viven con él.
  • Está en medio de los jóvenes, conoce su realidad, los ayuda, anima y orienta, les sirve de apoyo para su caminar.
  • Tiene la capacidad de dar y recibir; de escuchar, respetar y comprender a las personas cercanas a él.
  • Mantiene el diálogo y la comunicación con los jóvenes, con coordinadores y asesores.
  • Va creciendo en la conciencia del valor de la misión y trascendencia en la Iglesia y en la sociedad.
  • Su opción y pasión por el Reino de Dios lo animan a servir a las personas y los estimula a trabajar mejor en la misión confiada.
  • Es una persona en proceso de maduración de su Fe, promueve la vivencia de una espiritualidad del seguimiento de Jesús, encarnada en la realidad.
  • Se empeña en conocer la realidad socio-económica, política, cultural y religiosa en que vive; se deja cuestionar por ella y se compromete a su transformación. Tiene claridad de las metas y objetivos del grupo y se mantiene actualizado.
  • Reconoce sus limitaciones y errores, valora sus potencialidades, confía en sí mismo y en los demás; está en proceso de conversión.
  • Ayuda a construir la comunidad, creando relaciones de amistad, servicio, fraternidad, confianza y diálogo entre los miembros del grupo.
  • Desarrolla su capacidad de análisis, colabora para que cada persona y el grupo se promuevan integralmente. Actúa con sencillez y está siempre dispuesto a comprender; acoge y acepta las ideas de sus compañeros.
  • Busca organizar su tiempo, delega y da prioridad a las necesidades más urgentes, está abierto siempre a los cambios. Consciente de las limitaciones personales y de los demás, enfrenta las dificultades con paz sin esperar que todo salga perfecto.
  • Se mantiene en proceso de auto-formación.
  • Se muestra optimista en todas las circunstancias.
ALGUNAS FUNCIONES QUE AYUDAN A CLARIFICAR EL QUEHACER DEL ANIMADOR
  1. Incrementar el diálogo con las personas y los grupos.
  2. Planear la acción-reflexión junto con el asesor y los coordinadores. Colaborar en la orientación, el acompañamiento y la promoción del grupo, trabajando en equipo.
  3. Buscar con creatividad los recursos necesarios que impulsan el proceso personal y grupal para mantener el dinamismo renovador.
  4. Enseñar a manejar la metodología que promueve un proceso transformador.
  5. Ayudar en las crisis grupales, posibilitar la confrontación evangélica y estimular su crecimiento.
  6. Favorecer la relación con distintos grupos con la comunidad, con los asesores y con otras instancias.
  7. Facilitar la evaluación personal y grupal.
  8. Fomentar la unidad entre Fe y Vida.
  9. Vivir con el grupo la solidaridad y el compartir. Buscar la comunión y la participación eclesial.
  10. Propiciar la reflexión sobre la acción.
  11. Velar porque la proyección a la comunidad esté integrada en un proyecto alternativo de Reino, para que no degenere en asistencialismo, hasta lograr la formación de los integrantes como sujetos históricos.
  12. Dinamizar una o más comisiones dentro del grupo (formación, proyección a la comunidad).
  13. Clarificar con el asesor y los coordinadores, las funciones de las comisiones y los liderazgos que se requieren en el grupo.
  14. Animar la vida del grupo para que cumpla con sus objetivos, en comunión con el asesor.
  15. Promover la vivencia de los valores del Reino de Dios, la formación de actitudes y el desarrollo de capacidades de los jóvenes en cada una de las actividades que realizan.
  16. Conocer los perfiles del grupo, del coordinador, del animador y del asesor.
COORDINADOR Y/O DIRIGENTE:


El dirigente o coordinador, es aquel individuo que, "gracias a su personalidad dirige un grupo juvenil, con la participación espontánea de sus miembros". Todo grupo juvenil necesita tener un coordinador. Sin ser el único responsable de la toma de decisiones y trabajo grupal, sí, por el hecho de ser el representante, recae sobre él una gran parte de la responsabilidad de organización. Un buen coordinador es el elemento clave de un grupo. Sabe ser un líder. El verdadero líder ese aquel, que, en su comunidad, trabaja para que todos se transformen en líderes. Así mismo vive un proceso de formación integral.
Es elegido por el grupo para prestar el servicio de la coordinación; desarrolla sus tareas en relación constante con el asesor y con el animador.

F U N C I O N E S:


  1. Conocer, valorar y amar a sus compañeros de grupo y apoyarlos en su crecimiento personal.
  2. Buscar con el grupo los objetivos comunes.
  3. Suscitar la participación del grupo; determinar los liderazgos que pueden realizar y entrenar en la ejecución de algunos, cuando el joven lo necesite, en comunicación con el animador y el asesor.
  4. Colaborar con ellos en la programación de los ciclos.
  5. Preparar, moderar y evaluar las reuniones en comunión con la asesoría y animación.
  6. Participar en las actividades programadas.
  7. Con el asesor y el animador, promover las actividades de proyección a la comunidad.
  8. Celebrar con el grupo los acontecimientos especiales.
  9. Evaluar las actividades con el grupo.
  10. Ser el vínculo de unidad entre el asesor y el grupo que sigue un proceso de formación integral.
  11. Representar al grupo en otras instancias eclesiales.
A S E S O R:

La palabra "asesor" proviene de "sedere ad", que quiere decir "sentarse junto a" y sugiere la idea de motivar, acompañar, orientar e integrar el aporte y la participación de los jóvenes en la Iglesia y la sociedad y propiciar la acogida de esa acción juvenil en la comunidad.
La ministerialidad de la asesoría se fundamenta en Jesucristo servidor (Mt. 20,28), que realiza el proyecto de amor liberador de Dios; en la ministerialidad de la Iglesia que sirve a la humanidad actualizando la liberación integral realizada en Jesucristo; en el carácter bautismal, por el que todo cristiano participa de la misión ministerial de la Iglesia pro obra del Espíritu y en la opción preferencial por los jóvenes.
La asesoría no es un trabajo o una ocupación solamente, es una manera de ser y de vivir con los jóvenes.
El asesor de juventud es alguien a quien Dios ha llamado a serlo, discierne con claridad su propia entrega a este servicio, tiene la formación adecuada, el envío del Pastor diocesano y libremente quiere serlo.
El asesor de Juventud acompaña al joven, le brinda su experiencia y se juega la vida con él.
El asesor respeta el ser y el que hacer del Dirigente o Coordinador y del Animador y lo acompaña y ayuda en su formación para que de verdad sea el Dirigente o el Animador, según sea el caso, que el grupo necesita en su proceso de vida y en su compromiso. El Asesor de Juventud tiene su propia identidad. Definitivamente no es un Dirigente, ni un Animador.
Los Asesores de Juventud son Sacerdotes, Religiosos, Religiosas, Laicas y Laicos, cada uno desde su ser propio y la riqueza de su servicio.
IDENTIDAD DEL ASESOR:


  • IDENTIDAD TEOLOGICO-PASTORAL. Se tiene en cuenta la ministerialidad de la asesoría o sea, el servicio (Iglesia, bautismo, opción preferencial por los jóvenes); se precisa el llamado y la misión (el envío) que es iniciativa del Padre en Jesucristo por el Espíritu Santo; el ámbito (todos los jóvenes) y el tipo de servicio a desarrollar, a saber, acompañar en sus procesos de educación en la fe. El llamado y la misión son mediados y discernidos por la Iglesia: los pastores, la comunidad local y los mismos jóvenes.
  • IDENTIDAD ESPIRITUAL: El asesor es una persona de fe manifestada en la vivencia de una espiritualidad. Es su relación personal con el Padre, con Jesucristo y con el Espíritu Santo, desde la vivencia del Evangelio y desde las exigencias de la realidad. El asesor de Pastoral Juvenil concreta su espiritualidad en la opción por los jóvenes (encuentro con el joven empobrecido-tiene proyecto de vida cristiana clarificado).
  • IDENTIDAD PSICOLÓGICA: El asesor es una persona que ha vivido ya un proceso de maduración tal que lo hace capaz de mirar el camino de los jóvenes con otra perspectiva. La madurez humana no es un proceso cerrado y definitivo, sino un proyecto que se construye diariamente. El asesor deberá ser consciente de que su proceso de maduración psicológica y de formación es constante y permanente.
  • IDENTIDAD PEDAGÓGICA: El asesor es un educador que actúa de acuerdo a la pedagogía misma de Dios y tiene como modelo a Jesucristo. NO IMPONE, PROPONE. Educa acompañando a los jóvenes en la búsqueda y definición de su estilo de vida aportando principalmente el testimonio de su propia vida. ES UN EDUCADOR DESDE LA VIDA Y PARA LA VIDA.
  • IDENTIDAD SOCIAL: El asesor es una persona encarnada en la realidad social y con un profundo sentido de pertenencia a ella. Conoce y asume las esperanzas y el dolor de su gente y de su pueblo. Es una persona profundamente convencida de la fuerza de los jóvenes para la transformación de la sociedad y para la construcción del reino.
La identidad del Asesor de Pastoral Juvenil, con toda la riqueza de dimensiones que integra determina también el rol del asesor, es decir: el conjunto de actitudes, quehaceres, tomas de posición y estilos de vida y de acción que pone en práctica para el cumplimiento de su misión, íntima y coherente relación con su propio ser y con su propia realidad.



EL ASESOR DE JUVENTUD BUSCARÁ LOS ELEMENTOS QUE LE AYUDEN A FORMARSE PARA SER TAL Y SERVIR AL JOVEN DESDE SU TAREA PROPIA COMO ASESOR. PROCURARÁ DECIDIDAMENTE VIVIR UN PROCESO PERMANENTE DE FORMACIÓN QUE LO CAPACITE A SER Y ACTUAR. HABLE CON SU OBISPO, CON SU SUPERIOR RELIGIOSO, O CON SU PASTOR Y RESPONSABLE MÁS CERCANO, Y PROGRAMEN JUNTOS SU FORMACIÓN. EN EL PEOR DE LOS CASOS, SEA UN ACUTODIDACTA, EN LO POSIBLE ACOMPAÑADO SIEMPRE POR OTRO U OTROS ASESORES DE JUVENTUD. NADIE SE CRUCE DE BRAZOS NI PERMANEZCA TRABAJANDO " A LO LÍRICO", SIN ALGUN PROCESO QUE LE PERMITA FORMARSE ADECUADAMENTE.















viernes, 16 de noviembre de 2012

La vocación

Los llamados de Dios
          2. Dentro del plan de Dios, que conduce todas las cosas y especialmente al hombre de modo libre hacia el fin, hay distintos llamados o vocaciones. “La palabra vocación cualifica muy bien las relaciones de Dios con cada ser humano en la libertad del amor, porque «cada vida es vocación»”.


Tres son los llamados principales, a saber 
    - El llamado a ser, a la existencia. Nos es común con todo lo que existe: pájaros, plantas, astros, flores, peces, estrellas, etc. Este llamado es el paso del no-ser al ser.
    - El llamado a la santidad, a la vida eterna. Nos es común con todos los hombres, porque Dios...quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Esta llamada es el paso del pecado a la gracia.
    - El llamado a un estado de vida, por el cual a unos llama al matrimonio y a unos otros a la vida consagrada. Esta llamada es el paso a una vida de perfección.
    2. a. Dice, al respecto, Juan pablo II: “En este armonioso conjunto de dones, se confía a cada uno de los estados de vida fundamentales la misión de manifestar, en su propia categoría, una u otra de las dimensiones del único misterio de Cristo”2.
Los llamados a la vida consagrada
    3. Cinco son hasta ahora, las distintas vocaciones a la vida consagrada, a saber:
            - Vocación al sacerdocio,
            - Vocación al diaconado permanente,
            - Vocación religiosa,
            - Vocación misionera y
            - Vocación a la secularidad consagrada.

CAPÍTULO 2: El llamado en sí
Naturaleza de la vocación consagrada
    4. Los elementos esenciales de la vocación a la vida consagrada son dos:
             1º El llamado de Dios y
             2º El llamado de la Iglesia.
Dios llama
  
    5. Que Dios llama a los hombres a determinada vocación se conoce por innumerables testimonios de la Sagrada Escritura, como ser, la vocación del Pueblo de Dios, la de Abraham, Moisés, Josué, Samuel, David, Jeremías, Isaías, Oseas, etc., y en el Nuevo Testamento con las vocaciones de Jesús, de los primeros discípulos, Leví-Mateo, los doce Apóstoles, el joven rico, San Pablo, de la Virgen María, etc. Él ha dicho: No sois vosotros los que me habéis elegido, sino yo el que os he elegido a vosotros (Jn 15, 16).
      5. a. “Este es el sentido de la vocación a la vida consagrada: una iniciativa enteramente del Padre (cf. Jn 15, 16), que exige de aquellos que ha elegido la respuesta de una entrega total y exclusiva... debe responder con la entrega incondicional de su vida, consagrando todo, presente y futuro, en sus manos... totalidad... equiparable a un holocausto”4.
    6. “Los que sienten en su corazón el deseo de abrazar este estado de perfección y de santidad, pueden creer, sin duda alguna, que tal deseo viene del cielo, porque es demasiado generoso y está muy por encima de los sentimientos de la naturaleza”, decía San Juan Bosco5.
      “Él llama continuamente a nuevos discípulos, hombres y mujeres, para comunicarles, mediante la efusión del Espíritu (cf. Ro 5, 5), el ágape divino, su modo de amar, apremiándolos a servir a los demás en la entrega humilde de sí mismos, lejos de cualquier cálculo interesado”6.
Artículo 3: La Iglesia llama
    7. “La vocación divina debe recibir confirmación, aceptación y dirección oficial por parte de la suprema jerarquía, a la que el mismo Dios confía el gobierno de la Iglesia”7. De modo tal que nadie puede sentirse llamado definitivamente a pesar de las dotes que lo puedan adornar y de la recta intención, si no lo llama la Iglesia.

La idoneidad
    8. Hay un tercer elemento que es efecto del llamado de Dios, y, a su vez, es condición para que la Iglesia llame: es la idoneidad. La idoneidad que el candidato
debe tener debe ser triple: Física (y psíquica), intelectual y moral (que implica tener recta intención)8. Si no hay idoneidad es señal de que Dios no llama y, por tanto, la Iglesia no debe llamar.
Selección del candidato
    9. La autoridad eclesiástica no sólo tiene el derecho sino el deber de utilizar todos los medios necesarios para conocer la idoneidad del candidato y así poder hacer una rígida selección. Por ello se preceptúa en el Código de Derecho Canónico que la autoridad correspondiente “ha de certificar que el candidato posee las cualidades necesarias para recibir el orden, es decir, doctrina recta, piedad sincera, buenas costumbres y aptitud para ejercer el ministerio; e igualmente, después de la investigación oportuna, hará constar su estado de salud física y psíquica”9; se debe probar “de manera positiva la idoneidad del candidato”10.
    De ahí que sea necesaria mucha prudencia de parte de los superiores en los casos que ofrecen dudas, y de acuerdo a lo que enseñaba Pío XI, “deben atenerse a la solución más segura, que en semejantes casos es la mejor para los jóvenes, porque los aleja de un camino que podría conducirlos a la condenación eterna”11.
    10. Entre nosotros es costumbre hacer selección en el período anterior al ingreso al Noviciado, siendo el Superior Provincial el responsable de la admisión o no del candidato, y además, el Maestro de novicios durante el tiempo de Noviciado debe seguir haciendo selección. Antes de la admisión a las sagradas órdenes debe hacerse rigurosa selección y si los Superiores tienen tan sólo alguna duda positiva o, incluso, desconocimiento del candidato, hay que decirle que no se lo ve con vocación para nuestro Instituto. Luego, debe hacerse selección con ocasión de los informes para las órdenes, en especial, para el diaconado y el presbiterado.
El Concilio Vaticano II enseña
    11. En los Decretos del Concilio Vaticano II sobre los Presbíteros y sobre la Formación sacerdotal se recuerda esta enseñanza: “El Pastor y Obispo de nuestras almas de tal manera constituyó a su Iglesia, que el pueblo que adquirió con su sangre hubiera de tener siempre y hasta el fin del mundo sus sacerdotes. Reconociendo esta voluntad de Cristo, los Apóstoles por sugestión del Espíritu Santo, creyeron deber suyo escoger ministros que fueran idóneos para enseñar también a otros (2 Tim 2,2) ... Así pues, primeramente pongan los presbíteros empeño sumo en poner ante los ojos de los fieles por el ministerio de la palabra y por el propio testimonio de su vida, la excelencia y necesidad del sacerdocio y a aquellos jóvenes o adultos, a quienes juzgaren idóneos para tan gran ministerio, ayúdenlos sin miramiento a cuidados ni sacrificios de ningún género, a que se preparen debidamente”12. “El deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la vida cristiana... la divina providencia encomienda a los legítimos ministros de la Iglesia el que, una vez comprobada la idoneidad, llamen a los candidatos que piden tan alto ministerio, con intención recta y plena libertad, y, una vez bien conocidos, los consagren con el sello del Espíritu Santo, para el culto de Dios y servicio de la Iglesia”13.

Las Vocaciones futuro de la Iglesi (video)

El Hábito Religioso -Testimonio y Misterio-

¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza

El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.
¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza.

El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.

El Hábito – Testimonio
El Padre Ricardo Clarey presidió la Santa Misa y predicó sobre el testimonio que debe dar una religiosa: “A todo bautizado está reservada la obligación de dar testimonio de Jesucristo en el mundo actual… Pero de una manera especial es esta una misión que incumbe a las religiosas, a las mujeres consagradas. Nuestro mundo tiene una necesidad grave de este testimonio”.
Y justamente porque este testimonio es grave y urgente, una toma de hábito es para todos nosotros un motivo de tanta alegría. Son dieciocho jóvenes más que irán por el mundo “demostrando” que Dios existe, que hay un Cielo, que esta vida no lo es todo.
¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza.

El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.
¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos? (…) En efecto, se necesitan personas que presenten el rostro paterno de Dios y el rostro materno de la Iglesia, que se jueguen la vida para que otros tengan vida y esperanza.

El sábado 18 de junio, dieciocho novicias vistieron el hábito por primera vez. Una toma de hábito es siempre motivo de alegría. Numerosos familiares y amigos las acompañaron. Para muchos era su primer contacto con la Congregación o incluso su primer contacto con Dios.

El Hábito – Testimonio
El Padre Ricardo Clarey presidió la Santa Misa y predicó sobre el testimonio que debe dar una religiosa: “A todo bautizado está reservada la obligación de dar testimonio de Jesucristo en el mundo actual… Pero de una manera especial es esta una misión que incumbe a las religiosas, a las mujeres consagradas. Nuestro mundo tiene una necesidad grave de este testimonio”.
Y justamente porque este testimonio es grave y urgente, una toma de hábito es para todos nosotros un motivo de tanta alegría. Son dieciocho jóvenes más que irán por el mundo “demostrando” que Dios existe, que hay un Cielo, que esta vida no lo es todo.

 

 
La vida de los santos es también prueba de la verdad del Creador, de la vida y de la esperanza de la Vida Eterna. Prueba que –ateniéndonos al Evangelio– Jesús mismo la quiso tal «Brille así vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos» (Mt. 5, 16). Y por tanto, del «ver» el testimonio de quien se toma en serio aquellas palabras y las transforma en hechos se puede uno remontar al «dar gloria» a Dios, al reconocer su existencia.
Estando en Mendoza capital, paré un taxi para que me llevara a la terminal de ómnibus. Ni bien me subí al auto y antes que pudiera decir siquiera buenos días, el chofer, un muchacho joven, me dijo: - ya sé hermana. Me va a retar porque hace mucho que no me confieso. Y comenzó a contarme de su familia, de su hijita que no había bautizado, de cómo él se había alejado de la Iglesia y sin embargo se daba cuenta que tenía que volver, etc., etc. Me pidió oraciones y prometió confesarse.
Sólo por ver un hábito. Nadie le había hablado, le había predicado, el hábito, lo había amonestado, le había recordado a Dios.

El Hábito – Misterio
Los religiosos somos indudablemente testimonio pero también somos misterio. La vida consagrada es un misterio. Y si lo es para los creyentes, cuanto más para los que no lo son. A los ojos del mundo seguir esta vocación es una locura, un desperdicio, un fracaso. Que estas jóvenes vocaciones vistan el hábito - ¡en el año 2011!- es hacer patente esta locura, proclamarla por las calles. Son jóvenes y están felices renunciando a todo: se despojaron de sus bienes, cambiaron su nombre, se cortaron el cabello, dejaron sus vestidos y se vistieron así para siempre. ¿Por qué? ¿Para qué?
Estando de peregrinación por Europa, pasaron unas jóvenes y mirándome con desprecio, sin imaginar que yo entendía, dijeron con marcado acento español: “…mira esa ridícula”. Yo me reí. Digamos que tenían razón, ¿qué hacemos en pleno siglo XXI vistiendo así? Ciertamente es locura, pero la locura divina es más sabia que la sabiduría de los hombres.”
Y a pesar de ser misterio y de ser objeto de burlas, el religioso sigue siendo signo innegable de las realidades eternas. Somos una prueba imposible de refutar. Porque el argumento es toda nuestra vida y persona entregadas. “A una teoría se puede responder con otra teoría. Pero, ¿quién podrá impugnar toda una vida?”
¿Cómo no alegrarnos enormemente entonces de que hayan más consagradas que sean testimonios vivos, que lleven el Misterio que trae la felicidad a los hombres?
¿Cómo no asombrarnos ante el “milagro” de las vocaciones? También en este siglo Dios sigue llamando. A pesar de nuestras miserias, a pesar de nuestros pecados, a pesar del mundo que ofrece sus placeres, a pesar del egoísmo reinante, a pesar del hedonismo. Sólo Alguien Omnipotente puede hacerlo. Sólo Alguien sumamente Amable puede conquistar los corazones tironeados por todos esos amores. Sólo Dios puede convencer de embarcarse en semejante empresa.
Le agradezco a Dios que me otorga la gran gracia de ser testigo cada año de este inmenso milagro: el mundo es cada vez más materialista y seductor y sin embargo el Amor de Dios sigue suscitando vocaciones; jóvenes que con toda la vida por delante, dejan casa, hermanos, padre y madre, amigos tierras, riquezas, honores… para dedicar sus vidas por completo a la predicación del Evangelio.
Será porque sólo Él tiene palabras de Vida Eterna.