viernes, 16 de noviembre de 2012

La vocación

Los llamados de Dios
          2. Dentro del plan de Dios, que conduce todas las cosas y especialmente al hombre de modo libre hacia el fin, hay distintos llamados o vocaciones. “La palabra vocación cualifica muy bien las relaciones de Dios con cada ser humano en la libertad del amor, porque «cada vida es vocación»”.


Tres son los llamados principales, a saber 
    - El llamado a ser, a la existencia. Nos es común con todo lo que existe: pájaros, plantas, astros, flores, peces, estrellas, etc. Este llamado es el paso del no-ser al ser.
    - El llamado a la santidad, a la vida eterna. Nos es común con todos los hombres, porque Dios...quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Esta llamada es el paso del pecado a la gracia.
    - El llamado a un estado de vida, por el cual a unos llama al matrimonio y a unos otros a la vida consagrada. Esta llamada es el paso a una vida de perfección.
    2. a. Dice, al respecto, Juan pablo II: “En este armonioso conjunto de dones, se confía a cada uno de los estados de vida fundamentales la misión de manifestar, en su propia categoría, una u otra de las dimensiones del único misterio de Cristo”2.
Los llamados a la vida consagrada
    3. Cinco son hasta ahora, las distintas vocaciones a la vida consagrada, a saber:
            - Vocación al sacerdocio,
            - Vocación al diaconado permanente,
            - Vocación religiosa,
            - Vocación misionera y
            - Vocación a la secularidad consagrada.

CAPÍTULO 2: El llamado en sí
Naturaleza de la vocación consagrada
    4. Los elementos esenciales de la vocación a la vida consagrada son dos:
             1º El llamado de Dios y
             2º El llamado de la Iglesia.
Dios llama
  
    5. Que Dios llama a los hombres a determinada vocación se conoce por innumerables testimonios de la Sagrada Escritura, como ser, la vocación del Pueblo de Dios, la de Abraham, Moisés, Josué, Samuel, David, Jeremías, Isaías, Oseas, etc., y en el Nuevo Testamento con las vocaciones de Jesús, de los primeros discípulos, Leví-Mateo, los doce Apóstoles, el joven rico, San Pablo, de la Virgen María, etc. Él ha dicho: No sois vosotros los que me habéis elegido, sino yo el que os he elegido a vosotros (Jn 15, 16).
      5. a. “Este es el sentido de la vocación a la vida consagrada: una iniciativa enteramente del Padre (cf. Jn 15, 16), que exige de aquellos que ha elegido la respuesta de una entrega total y exclusiva... debe responder con la entrega incondicional de su vida, consagrando todo, presente y futuro, en sus manos... totalidad... equiparable a un holocausto”4.
    6. “Los que sienten en su corazón el deseo de abrazar este estado de perfección y de santidad, pueden creer, sin duda alguna, que tal deseo viene del cielo, porque es demasiado generoso y está muy por encima de los sentimientos de la naturaleza”, decía San Juan Bosco5.
      “Él llama continuamente a nuevos discípulos, hombres y mujeres, para comunicarles, mediante la efusión del Espíritu (cf. Ro 5, 5), el ágape divino, su modo de amar, apremiándolos a servir a los demás en la entrega humilde de sí mismos, lejos de cualquier cálculo interesado”6.
Artículo 3: La Iglesia llama
    7. “La vocación divina debe recibir confirmación, aceptación y dirección oficial por parte de la suprema jerarquía, a la que el mismo Dios confía el gobierno de la Iglesia”7. De modo tal que nadie puede sentirse llamado definitivamente a pesar de las dotes que lo puedan adornar y de la recta intención, si no lo llama la Iglesia.

La idoneidad
    8. Hay un tercer elemento que es efecto del llamado de Dios, y, a su vez, es condición para que la Iglesia llame: es la idoneidad. La idoneidad que el candidato
debe tener debe ser triple: Física (y psíquica), intelectual y moral (que implica tener recta intención)8. Si no hay idoneidad es señal de que Dios no llama y, por tanto, la Iglesia no debe llamar.
Selección del candidato
    9. La autoridad eclesiástica no sólo tiene el derecho sino el deber de utilizar todos los medios necesarios para conocer la idoneidad del candidato y así poder hacer una rígida selección. Por ello se preceptúa en el Código de Derecho Canónico que la autoridad correspondiente “ha de certificar que el candidato posee las cualidades necesarias para recibir el orden, es decir, doctrina recta, piedad sincera, buenas costumbres y aptitud para ejercer el ministerio; e igualmente, después de la investigación oportuna, hará constar su estado de salud física y psíquica”9; se debe probar “de manera positiva la idoneidad del candidato”10.
    De ahí que sea necesaria mucha prudencia de parte de los superiores en los casos que ofrecen dudas, y de acuerdo a lo que enseñaba Pío XI, “deben atenerse a la solución más segura, que en semejantes casos es la mejor para los jóvenes, porque los aleja de un camino que podría conducirlos a la condenación eterna”11.
    10. Entre nosotros es costumbre hacer selección en el período anterior al ingreso al Noviciado, siendo el Superior Provincial el responsable de la admisión o no del candidato, y además, el Maestro de novicios durante el tiempo de Noviciado debe seguir haciendo selección. Antes de la admisión a las sagradas órdenes debe hacerse rigurosa selección y si los Superiores tienen tan sólo alguna duda positiva o, incluso, desconocimiento del candidato, hay que decirle que no se lo ve con vocación para nuestro Instituto. Luego, debe hacerse selección con ocasión de los informes para las órdenes, en especial, para el diaconado y el presbiterado.
El Concilio Vaticano II enseña
    11. En los Decretos del Concilio Vaticano II sobre los Presbíteros y sobre la Formación sacerdotal se recuerda esta enseñanza: “El Pastor y Obispo de nuestras almas de tal manera constituyó a su Iglesia, que el pueblo que adquirió con su sangre hubiera de tener siempre y hasta el fin del mundo sus sacerdotes. Reconociendo esta voluntad de Cristo, los Apóstoles por sugestión del Espíritu Santo, creyeron deber suyo escoger ministros que fueran idóneos para enseñar también a otros (2 Tim 2,2) ... Así pues, primeramente pongan los presbíteros empeño sumo en poner ante los ojos de los fieles por el ministerio de la palabra y por el propio testimonio de su vida, la excelencia y necesidad del sacerdocio y a aquellos jóvenes o adultos, a quienes juzgaren idóneos para tan gran ministerio, ayúdenlos sin miramiento a cuidados ni sacrificios de ningún género, a que se preparen debidamente”12. “El deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la vida cristiana... la divina providencia encomienda a los legítimos ministros de la Iglesia el que, una vez comprobada la idoneidad, llamen a los candidatos que piden tan alto ministerio, con intención recta y plena libertad, y, una vez bien conocidos, los consagren con el sello del Espíritu Santo, para el culto de Dios y servicio de la Iglesia”13.

Las Vocaciones futuro de la Iglesi (video)

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